Un joven yemení de 17 años, quien intentó suicidarse en Halloween de 2011, fue sentenciado a muerte. El estricto régimen Musulmán sentenció a la pena capital al joven debido a que su intento de suicidio generó un operativo que movilizó a un total de 5 policías, 3 bomberos, 2 patrullas y un camello-ambulancia-carro de bomberos quienes en conjunto tardaron 6 horas en rescatarlo. El operativo acordonó 6 cuadras del centro de la ciudad de Shimbam, población que tiene una extensión total de 8 manzanas, por temor a que el suicida llevara explosivos amarrados a su cuerpo. Cuando se determinó que el adolescente se encontraba desarmado, los servicios de seguridad procedieron a bajarlo de la azotea de la cual se encontraba colgando, lanzándole cocos e insultos acerca de su hombría.
El joven había decidido quitarse
la vida decepcionado porque su padre le había regalado de cumpleaños un tapete
persa en lugar de un rifle AK-47 como éste le había solicitado. Tras su
captura, fue recluido en la prisión de la población, la cual se llenó
inmediatamente. Se encontraba en la única celda del lugar pagando condena un
cocodrilo del Nilo de 4 metros de largo quien fue acusado de haber devorado
varias cabras.
Tras consultar los libros
sagrados de la religión musulmana y el almanaque Bristol de la cabaña, el juez
determinó que la mejor manera de erradicar este comportamiento reprochable y a la
vez darle una lección a los demás, era sentenciándolo a muerte.
Debido a un comportamiento
ejemplar en la cárcel, ya que a pesar de ser atacado en innumerables ocasiones
por su compañero de celda mientras dormía, este nunca intentó tomar represaría alguna,
el juez decidió brindarle una rebaja sustancial en la pena y el condenado solo
será ahorcado, decapitado y descuartizado.
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