En todo un éxito se ha convertido
el servicio para detección de infieles ofrecido por una agencia de detectives
privados en Cluj-Napoca, en la República de Rumania.
Para detectar las infidelidades,
el grupo de detectives cuenta con un perro de raza rottweiller, de 70 cms de
alto y 60 kilos de peso, llamado Ciuguli – que traduce “Mordisco”. La técnica
consiste en acercar al perro a las partes íntimas del sospechoso, tras una
corta olfateada, el canino procede a mordisquear los testículos si la persona
ha sido infiel; caso contrario, el animal procede a ladrar indicando que la
persona está libre de cualquier sospecha.
Tal es el impacto emocional que
muchos de los sospechosos se han declarado culpables momentos antes de que se
les haya acercado el perro. Gracias a dicho procedimiento, se han descubierto a
45 infieles, entre los que se encuentra el jefe de policía del pueblo, al
panadero y al mecánico. El único que ha salido dos veces bien librado de la
prueba ha sido el carnicero y dueño del delicatesen local.
El costo por los servicios de
este particular investigador es de 300 Euros por sesión. Cada una de estas dura
aproximadamente 15 minutos y los honorarios incluyen la olfateada por parte del
perro, la comida del animal, y los gastos de transporte y limpieza que
usualmente conlleva dicha práctica.
Andrei Dobos, entrenador del
animal y dueño de la agencia de investigación declaró: “Descubrí las
habilidades de Ciuguli un día que llegué a mi casa proveniente de una fiesta.
Al saludarme, el animal procedió a olfatearme la entrepierna y a propinarme un
mordisco que me llevó a perder medio testículo”. Cuenta jocosamente mientras
sonríe y enseña la cicatriz a la cámara. “Perro hijo de puta”, agrega.
Aunque ha recibido jugosas
propuestas para enseñarle al perro a detectar políticos corruptos, Andrei atina
a agregar “cuido mucho a mi perro y no quiero que muera envenenado por echarse
a la boca cualquier porquería”.
Fuente El espacio
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