domingo, 18 de noviembre de 2012

Top 5 de la cocina


Porque no hay nada más divertido que Mr. Bean en un museo de porcelanas o un novato en la cocina, hoy les traigo, a petición especial, el top 5 de la cocina.

5. El hambre siempre puede más. Peor que el rugido de un volcán en erupción es el ruido del estómago de uno urgiendo por comida. Sensación que termina por llevarlo a uno al territorio de la cocina del cual uno solo conoce la nevera y el puesto de la estufa. Es en ese momento uno recuerda las amenazas de la mamá cuando decía: “un día de estos me voy a largar a ver que hacen”.

4. Lego comestible. Suertudo aquel que logre encontrar al menos 1 salchicha, dos huevos o galletas de sal, salvó la patria. Otros, con mucho menos suerte que los anteriores, aplicarán el instinto de supervivencia, mezcla de MacGuyver y Bear Grills, para preparar lo que puedan con un pedazo de apio, un tomate arrugado, un plátano verde y media pechuga congelada. El resultado es fácilmente predecible: una ensalada con textura viscosa, un patacón crudo en medio y una pechuga quemada por fuera y congelada en el centro.

3. ¿Cómo lo hacen? Hemos desayunado y comido arepas toda la vida, pero algunos aún desconocen la sencilla fórmula de la cual se compone. Como si no fuera suficiente reto integrar agua, mantequilla, harina y sal está el acto circense de voltearla sin terminar con un desastre de pedazos inconexos sobre el tiesto (el de la cocina, no el que hace música con piticos). El giro de la muerte se compone de 4 pasos. En el primero, con la espátula se trata de despegar la arepa del tiesto; en el segundo, se trata de mantener con la mano la arepa sobre la espátula o cuchillo; en el tercero, se realiza un giro de 180 grados en menos de 1 segundo para que la parte cruda quede hacia abajo; en el cuarto, un putazo con toda el alma por haberse quemado la mano con el tiesto y haber vuelto nada la arepa. No importa, igual había q partirla para comerla.

2. Cálculo I. En lugar de enseñar complejos procedimientos matemáticos para despejar una X que no nos interesa encontrar, la clase de cálculo debería estar orientada a enseñar como medir porciones para un almuerzo, vasos de jugo y tazas de sopa. De alguna manera las mamás saben exactamente cuanto se va a comer cada quien y son capaces de calcular acertadamente la porción extra para el q repite. El cocinero amateur no le atina a una sola, el arroz le queda sopudo, la carne salada, la sopa desabrida y aguada y el jugo extremadamente dulce. La clase debería arrancar con el profesor diciendo: “Hoy vamos a ver que hacer cuando la carne tiende a salada”.

1. La dimensión desconocida. Al igual que en las universidades públicas, a la cocina se sabe cuando se entra pero no cuando se sale. Uno puede gastarse hasta 2 horas tan solo fritando un huevo, sancochando una salchicha o haciendo una pastica, sin embargo la aventura aún no ha terminado. Como si se tratara de reality show colombiano, el asunto tiende a alargarse de manera preocupante porque después de haber cocinado, servido y devorado la comida, queda un mundo de ollas, vasos y peroles sucios. Si uno vive solo, no hay escapatoria, hay que limpiar o sino las cucarachas se lo terminan por llevar a uno; si uno vive con la familia, hay que limpiar antes que la mamá llegue a la cocina y lo deje blanco de un regaño por dejar todo patas arriba.

Saludo en especial a todas las personas que dedican su vida al arte de la comida. Gracias.  

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